sábado, 18 de febrero de 2012

Capítulo LIII. Jaque al rey. De cómo un peón, con ínfulas de alfil, pone en jaque a la monarquía, desordenando la comodidad de su vida y dejando de manifiesto que ni es oro todo lo que reluce, ni debe ser eterno aquello que a algunos se les antoja imperecedero.

Mueven las negras y,
hagan lo que hagan,
perderán la partida
(aunque nos lleve una eternidad
conseguirlo)






Crónica nada más pensada,
que si digo lo que pienso,
pienso que puedo tener serios problemas.
Y es que sólo de pensar que el rey pensó
que su yerno estaba mejor en Estados Unidos
que en España, me hace pensar
que el rey pensaba cosas raras...
Y calló.

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