domingo, 18 de marzo de 2012

Capítulo LXXVI. Asfixia. En el que se describe cómo juegan los fantasmas a emular aquello que sucede en el mundo de los vivos. Y de cómo para ellos es entretenimiento y no realidad.

Son como niños. Salvo que sus juegos nos estrangulan y amoratan de verdad.
Y, en un suspiro, descubrió la inocencia de aquel gesto.

Nosotros nos quedamos sin poder suspirar,
pues sabemos que la glotis muere entre sus dedos.

 Nosotros renunciamos a su inocencia,
conscientes de que su fuerza anuncia mayor realismo que ficción.

No esconde juego su gesto,
sino dolor en el cuerpo de cada uno de nosotros.

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