jueves, 14 de junio de 2012

Capítulo CXCIX. De pícaros y justicias. En el que se cuentan las andanzas de quien debe velar porque no se hagan fuertes los pícaros y que, metido en su papel, se convirtió en capitán de ellos. Y de cómo la justicia, ciega como es, se niega a verlo.

Entonces descubrió Lázaro que, comparado con otros, era sólo un aprendiz.

Cuando más habla, más se hunde un el fango.
Es que aún no ha descubierto
que la mentira es pesada,
ni ha meditado que una retirada a tiempo
no es una victoria, pero al menos no se convierte
en vergonzosa derrota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario