sábado, 14 de enero de 2012

Capítulo XX. Tengo hambre (III). Refiere la esperpéntica historia de cómo tres agencias se arrogan la potestad de amargar la vida a los habitantes de los países, con la complicidad de los gobiernos que sacan tajada de ello.

Más veloz que un caballo dopado, la miseria se va adueñando de plazas y rincones.
A la denuncia, la llaman propagar el desánimo.
Al silencio lo denomino complicidad y mentira sin palabras.


Llanto estéril, grito inútil.

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