lunes, 5 de marzo de 2012

Capítulo LXVI. En el que se cuenta la feroz y desigual batalla entre los ciudadanos y sus gobernantes y de cómo vencen los prebostes, no por tener la sartén por el mango, sino porque de ellos depende que la sartén llegue a albergar viandas.

Nuevas medidas tendentes a que nos apretemos no el cinturón, sino el alma.
¡Qué tiempos estos nuestros!
Cada vez más achuchados, cada vez más estrujados.
¡Qué tiempos estos suyos!
Cada vez más envalentonados, cada vez menos cansados.
(Y el reloj pasa tan despacio...)

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